viernes, 14 de febrero de 2014

El Matrimonio Tradicional es un Icono de la Humanidad

Bienvenido a nuestro invitado, Carlos X, el autor del blog Super Martyrio, escribiendo sobre el matrimonio tradicional.

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El matrimonio tradicional es diferente a cualquier otra unión, por ser un “icono” del ser humano. Dos estampas universales de la humanidad—en el libro del Génesis, y en una placa a bordo de la nave espacial Pioneer—despliegan una pareja de un hombre y una mujer que representan a toda la humanidad. Las dos imágenes nos ayudan a ver cómo el matrimonio tradicional no es simplemente un acuerdo entre dos personas, sino un emblema de toda la humanidad, que refleja la diversidad biológica, e incluso la estructura social que nos ha caracterizado.

“El amor es...”—UN PRÓLOGO



Esta reflexión pretende resaltar el carácter excepcional del matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer, a partir de dos imágenes particulares de emparejamiento heterosexual y el significado que estas transmiten. Pero el hecho de ser una carta de amor por la unión entre la mujer y el hombre no la convierte en un correo de odio hacia otras uniones. Se ha puesto de moda que en los desaires se acuse de odio, pero estas caracterizaciones, en sí, pueden también mostrar intolerancia por los esfuerzos sinceros de describir la naturaleza de los vínculos humanos. De la misma manera, los que tratamos esta cuestión, en particular a la luz del amor cristiano, debemos tener el cuidado de proceder con “el puntillo de honor más sensible” (como decía el magistrado Benjamín Cardozo) para asegurarnos que nuestros juicios sean ajustados, considerados, y claros en que nunca toleramos la discriminación o la marginación; que buscamos la integración de todos en la sociedad, y siempre actuamos con pleno respeto por los demás y por su dignidad como hijos de Dios.
Sólo entonces podremos hablar del Amor, y decir que “Ya el invierno ha terminado, y terminaron las lluvias con él.  Ya han brotado flores en el campo, ha llegado el tiempo de los cantos, y por toda nuestra tierra se escucha el arrullo de las tórtolas”. (Cantares 2:11-12.)

ADÁN Y EVA


“El ser humano es una maravilla, colocado en el apogeo de la creación en la historia del Génesis”. Cardenal Gianfranco Ravasi, L’ incontro (disponible en línea).

Dado que no sostenemos que el Génesis es un relato histórico, podemos analizarlo como un mito. (Véase, Juan Pablo II, audiencia general del 7 de noviembre 1979, platicas sobre la Teología del cuerpo: Génesis está escrito en “un lenguaje mítico”). Nos dice el mitólogo Joseph Campbell que Edén es una “zona de tiempo de sueño mitológica”; es “el Jardín de la Unidad Afuera del Tiempo”; “donde no existe el tiempo, y donde los hombres y las mujeres ni siquiera saben que son distintos entre sí”. Campbell, The Power of Myth. Adán y Eva representan una diferenciación en medio de esta “Unidad Afuera del Tiempo” (Juan Pablo habla de una “ Unidad Originaria”), una separación desde la singularidad hacia un mundo de opuestos: “Adán y Eva han saltado afuera del Jardín de la Unidad Afuera del Tiempo, se podría decir, por sólo ese acto de reconocimiento de su dualidad. Para moverse por el mundo, hay que actuar en términos de pares de opuestos”. Campbell, Id. Un relato similar aparece en la Upanishad Brijad-araniaka, donde el Ser Primordial es un poder sin nombre, sin forma, que se divide en dos, una pareja primigenia de un hombre y una mujer a través de cual todas las criaturas de la tierra llegan a la existencia. Campbell, Myths to Live By.

El concepto se esclarece más cuando lo vemos al revés: ¿Cómo describir un regreso del mundo de los opuestos a la trascendencia de la realidad primal? En palabras sorprendentemente relevantes para nosotros, Campbell expone que “El matrimonio es una reconstrucción del Andrógino”. A Joseph Campbell Companion: Reflections on the Art of Living. En la literatura rabínica, el Andrógino es el estado trascendente antes de la división entre masculino y femenino. Y de acuerdo con Campbell, el matrimonio es una manera de aspirar al estado de ser trascendental del que emanamos. Por lo tanto, “Si te casas sólo por la pasión de un amor, eso no va a durar”, explica Campbell. “También tienes que casarte desde otro nivel... para reconstituir el conjunto, masculino y femenino”. Id. (el resaltado es mio).

La Biblia va más allá, diciendo que Adán y Eva fueron creados a imagen de Dios - que ambos lo han sido, en conjunto: “Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”. (Génesis 1:27, énfasis añadido). Esto añade otra capa de significado a la hipótesis de Campbell que el matrimonio restaura cualidades divinas. El hombre y la mujer nunca se parecen más a Dios que en su capacidad conjunta biológica para procrear. El Cardenal Ravasi: “El amor del hombre y la mujer, capaz de generar la vida, es una seña que se refiere a Dios; en la criatura humana sexualmente bipolar, vemos un verdadero monumento viviente del Creador”. Supra.

Un pareja hombre y mujer se asemeja a Dios, ya que pueden crear la vida: “a través de nuestras propias experiencias de la unión del amor participamos en la acción creadora de ese fundamento de todo ser”. Campbell, Myths to Live By.

LA PLACA PIONEER


Nuestra segunda imagen es muy adecuada, a la luz de la observación de Campbell, que la máxima manifestación de “la mística del amor sexual”, es cuando “la experiencia del amor se torna cósmica”. Campbell, The Hero With A Thousand Faces.



En 1970 y 1973, la NASA lanzó dos naves de largo alcance llamadas Pioneer 10 y 11, con una misión de exploración interplanetaria de largo alcance. Un pequeño grupo de administradores de la NASA y sus asesores científicos externos, incluyendo el cosmólogo Carl Sagan, decidió incluir placas enchapadas de oro a bordo de las naves, que contienen a las figuras desnudas de un varón humano y una mujer. “A nosotros nos parecía apropiado”, ha explicado el equipo, “de que esta nave espacial, siendo el primer objeto hecho por el hombre en salir del sistema solar, lleve una indicación de la localización, época, y la naturaleza de sus constructores”. Sagan, Sagan y Drake, “Un mensaje desde la Tierra”, Science, marzo de 1972. El equipo pretendía que la pareja desnuda sea, “representante de toda la humanidad”. Id. (el énfasis es mío).

Aunque la correspondencia evidente con el hombre y la mujer desnudos del Eden es fácil de percibir—¡ya que se trata esencialmente de la misma imagen!—hay otros indicios de una universalidad compartida. La placa Pioneer no fue diseñada exclusivamente según criterios científicos, porque tambien tuvo referencias en la estatuaria griega para sus representaciones. Sagan, Cosmic Connection: An Extraterrestrial Perspective. El equipo de diseño también admitió que la placa podría contener otros rodamientos “antropológicos”. Science, supra. Lo más revelador, es que Sagan consideró originalmente que la hembra y el varón estuvieran tomados de la mano, pero decidió que no, porque temía que las dos figuras podrían ser confundidas por una sola criatura si hubiese un traslapo. Science, supra. Esto revela que no se pretendía que el par Pioneer fuera “representante de toda la humanidad” en abstracto (como si las figuras masculinas y femeninas hubieran sido levantadas de diferentes continentes y épocas), pero en su relación entre sí mismos.

INFERENCIAS desde las dos imágenes


Las imágenes del Génesis y del Pioneer, una científica y la otra religiosa; una orientada a ser mística y primordial, y la otra destinada a ser moderna y objetiva, nos muestran que:

(1) Un hombre y una mujer mejor reflejan la totalidad o plenitud de lo que significa ser humano. El macho y la hembra son plenitud solo en relación del uno al otro: “Nuestro estado no puede separarse, somos Uno, una sola carne; perderte sería perderme a mí mismo”. Milton, Paradise Lost.

(2) En su conjunto, el hombre y la mujer reflejan la imagen de Dios. (Cf, la canción gnóstica de John Lennon, “God” (“Dios”), que sustituye a Dios con una pareja casada: “Yo sólo creo en Mí:. Yoko y yo, eso es la realidad”. Por otra parte, la pareja heterosexual es tratada como un solo ser—”Mí”—¡para colmo!)

(3) Sólo una pareja hombre-mujer puede ser representativa de toda la raza humana. Como un par de tortolitos enjaulados, un hombre y una mujer representan no sólo dos miembros individuales de la especie, y no sólo especímenes de los dos sexos, sino que representan la potencialidad creativa total de la humanidad. Son un “communio personarum”, en palabras del Beat Juan Pablo II (Audiencia general del 14 de noviembre de 1979.)

(4) Porque un hombre y una mujer pueden crear descendencia, se les concede una posición privilegiada entre todas las asociaciones. Por ejemplo, si llegara el fin del mundo y hubiera nada más un solo cohete saliendo del planeta con espacio sólo para dos, ¿hay duda de que una pareja hombre-mujer, y no una pareja del mismo sexo, estarían a bordo? Compararse 1 Pedro 3:20 (relación uno-a-uno entre los hombres y mujeres a bordo del Arca de Noé).

(5) Una pareja hombre-mujer es la reducción más incluyente y más “diversa” de nuestra especie. En las palabras del Papa Francisco esta relación ha sido, “forjada según la naturaleza y la antropología”, ya que refleja la integridad biológica, la diversidad de género, y nuestra historia social. (Se requiere la “diversidad” y la “inclusión” en los contratos gubernamentales, en la contratación legal y en la educación: ¿por qué, entonces, debemos pasarlas por alto con respecto al contrato más importante—el matrimonio?)

La expresión de la humanidad como hombre y mujer, en las palabras del beato Juan Pablo II, “contiene ya todo lo que sobre la estructura del cuerpo como organismo, sobre su vitalidad, sobre su particular fisiología sexual, etc., podrá decir acaso la ciencia humana”. En fin, dijo el Pontífice, la formulación del hombre y la mujer como carne de la carne de cada uno, “revela al hombre”. (Audiencia general del 14 de noviembre de 1979.) Por eso, el matrimonio tradicional, que conlleva la dicotomía entre hombre y mujer, es un “icono” viviente de nuestra humanidad compartida.

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