domingo, 7 de julio de 2013

Como Crecen los Hijos: Comentarios acerca de la Primera Comunión



El día en el que mi hija mayor recibió la Primera Comunión, me emocioné tanto, que lloré. En ese preciso instante, me prometí a mí misma, que no volvería a llorar en la Primera Comunión de mi siguiente hija. Ese fue mi propósito, pero no pude cumplirlo. En el momento en el que mi querida hija María, recibió la comunión de manos del sacerdote, rompí a llorar y prácticamente fui incapaz de recibir la comunión yo misma, y no pude, ni siquiera,  tocar el Cáliz del vino.

Me sorprendió gratamente que mi hija María recibiese la Hostia Sagrada en la boca y no en la mano. Durante las diversas jornadas de prácticas, el Director de Educación Religiosa, explicó a los alumnos que tenían ambas opciones en el momento de recibir la comunión. Posteriormente, la profesora de la escuela católica, aleccionó a los alumnos acerca de la forma más adecuada de recibir la comunión, y según ella, era con la mano. Lógicamente esta información contradictoria creó confusión entre los niños, mi hija incluida.

Tanto mi marido como yo, recibimos la Sagrada Comunión en la boca, consideramos que es la forma más oportuna y tiene un gran significado para nosotros. Christopher West explica como los hijos de Dios deben recibir su amor con confianza en lugar de "tomar" lo. Según él, recibir la Sagrada Comunión en la boca, refleja la forma adecuada que debemos adoptar frente a Dios ya que según su criterio, recibir la Sagrada Comunión con la manos implica que somos nosotros quién retiramos el bien que Dios nos da, no que lo aceptamos de una forma natural, como se produce cuando comulgamos con la boca.

Mi marido y yo, nos encomendamos a la Madre Teresa, la cual siempre decía que una de las cosas que más la entristecían en este mundo, era comprobar como algunas personas recibían la Sagrada Comunión con la mano en vez de con la boca. Le indicamos a María, que nadie, ni siquiera su maestra, podía sustraerle el derecho de recibir a Jesús en la forma que consideramos más reverente.

Tengo que reconocer, que me sentí un tanto intranquila. La mezcla de una niña confusa, con la de un Ministro Extraordinario de la Eucharistía (un laico) no acostumbrado a administrar la comunión en la boca, no es nada tranquilizadora. Mi hija María y yo habíamos practicado muchas veces, “Cuerpo de Cristo” yo repetía, y ella invariablemente, abría la boca y sacaba la lengua hasta casi la punta de la nariz!

"No, no”, le repetía entre risas, “la lengua se saca un poco y hacia abajo no todo lo que puedas y hacia arriba! Vamos, otra vez.” Una vez más, con paso solemne se dirigía hacia mí, y volvía a sacar la lengua en otro ángulo, peor que el anterior. Tengo que reconocer que tuve alguna imagen en mi mente de la Sagrada Forma rodando por el suelo. “Saca lengua un poco, hacia fuera, recta, no hacia abajo!” Le insistía, empezando a pensar que si no era mejor tirar la toalla. “Como si tu lengua fuera una repisa!”

El día de La Primera Comunión, mi marido y yo, caminamos hacia el altar, justamente detrás de nuestra hija, en pocos segundos, ella estaba delante del sacerdote, dispuesta a recibir la comunión. En ese momento, me di cuenta de que no tendría posibilidad de lanzarme a recoger la Sagrada Forma si esta se caía. Todo estaba en manos de María y el sacerdote. Ella abrió la boca y cuidadosamente el sacerdote depositó la Hostia Sagrada en ella. En ese momento se me formó un nudo en la garganta y comencé a llorar. Acto seguido se giró para recibir la vino, suavemente, tocó sus labios. Su cara expresaba solemnidad, ni sombra de una sonrisa. Me sentí orgullosa, mi hija había crecido.

En ese momento, fui consciente de que la relación que se había establecido entre Dios y mi hija María se escapaba de mi alcance. Desde ese momento, ese nexo se había convertido en un vínculo exclusivo entre Dios y mi hija. El Espíritu Santo se instaló en su alma en el momento de su bautismo y en el momento de su Primera Comunión, el cuerpo de Cristo vivo iluminó su alma.

El camino del Señor, no el mío, se abría ante ella, listo para comenzar a recorrerlo. En ese preciso instante, desfiló ante mí el futuro de mi hija. Su confirmación, su boda, su vida profesional o solo Dios sabe, si recibir los Sagrados Votos de una vida religiosa. Nuestro Señor le ha preparado un camino, al cual yo, como madre la he encaminado en sus primeros pasos. A partir de este momento es su responsabilidad y su cometido. Como madre, me pregunto, estará preparada para recorrerlo? Y yo, estoy preparada como madre, para aceptar los designios del Señor sobre mi hija?

Al final del día, después de la celebración, cuando nuestros invitados ya se había marchado, y ya tenía a buen recaudo el velo y la tiara, lejos de las manos de sus hermanas pequeñas, María se volvió y me sonrió. “No puedo esperar hasta el próximo sábado” me sorprendió esta afirmación, “Porqué?” le pregunté. Con una sonrisa radiante me contestó “Papá me ha prometido llevarme a Misa y tomaré mi segunda Comunión”.

Sinceramente, sí, pienso que está preparada.

Traducido por Tony José Gutierrez

In English: Letting Your Child Go with God: A First Communion Story

No hay comentarios:

Publicar un comentario